4/12/11

JULIA, reseña de la PRIMERA entrega en Periódico Irreverentes

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Han llegado. Están aquí, entre nosotros, y no se van a marchar así como así. Los protege un velo negro, viscoso, radiactivo, colgado sobre las cabezas del mundo en el lugar donde antes hubo un cielo. Nos dicen que más allá no hay nada. Se lo han fagocitado ellos solos. Fagocitan nuestros sueños también. Impunemente, sí. Por placer (si no es impune, ¿cómo será placer?). Advirtieron que llegarían en lunes y (oh, milagro), a pesar del ADSL a 24 eurazos llegaron a la hora profetizada. Como Little Boy un 6 de agosto. Como la prima de riesgo cada lunes. Vienen del otro lado, y  tampoco allí hay buenas noticias. 

Son Gual, Óscar, y Cantavella, Robert Juan—, la nomenklatura imposible dispuesta a acometer la crónica de los últimos tiempos. Y la obra se titula El corazón de Julia.

Incertidumbre. Pavor. Apocalipsis. Ternura. Sustantivos todos que han copado o podrían copagar las principales cabeceras de nuestros diarios culturales desde el pasado lunes 28 de noviembre, cuando llegó a la web sigueleyendo.es la primera entrega de la ¿desconcertante? ¿desvergonzada? ¿descorazonada? ¿desnovelada? El corazón de Julia. Una historia no apta para pacatos que tiene a bien comenzarse con un capítulo de ritmo endiablado titulado “Después del Arte”. Un comienzo tremendo cuyo objetivo es claro: operar bajo el dictado de la selección natural. La acción acuchilla al lector, la narración le abre el cráneo. Desde que uno empieza a leer va a sufrir de lo uno y de lo otro. Solo el lector bizarro llegará al límite donde, es de esperar, colmará todos sus deseos de verdad.  

Pero no logrará hacerlo sin magulladuras. Uno no puede atravesar la experiencia que proponen Gual y Cantavella sin quedar de alguna manera hecho polvo. Azotado por las dudas. El mundo en esta crónica es feo y se descompone. La protagonista es guapa y se la quieren comer. El héroe… bueno, ese tipo que la va a salvar es un Han Solo multimarca que se ríe de todo y canta como Miguel Ríos, pero créanme, no inspira confianza. Se llama Mike, y se tiene desde el primer momento la duda de si simplemente lo hará, Mike. Se acumulan sobre nuestras sienes  demasiadas dudas. Dudas. Intuimos además que ha quedado atrás un mundo, un mundo reducido a confettis roñosos sobre el que ya nadie sabe nada cierto, solo algunos detalles dudosos. Hay granjas donde encierran a la poca gente sana que queda y le ordeñan las últimas ideas humanas. Las succionan y las vuelven aceite  helado. Hay amigos, acaso amantes, que un día abren la boca pero ya no van a besarte; van a morderte. Hay zombis vulgares que se descoyuntan en medio de persecuciones, pero que son devotos de la virgen, y rezan. Hay más dudas, todas las que quieran: hay un portal de salvación, denominado A.; hay un Brujo, y una Resistencia, y un Sueño Premonitorio, y un protagonista, Mike, que lo niega todo; hay un símbolo C y otro símbolo T, y ninguno de ellos cuadra en la tabla periódica; hay terror; hay demasiadas semejanzas con este nuestro mundo en descomposición. Falta oxígeno leyendo estas horribles crónicas con sabor real. 

Y sobre todo hay demasiadas salchichas Campofrío atufando la atmósfera.

Ya se lo dije: es un relato sobrecogedor.

El desconcierto, el auténtico desconcierto vital, sin embargo, aún está por llegar. En el capítulo 2, el titulado “Luces blancas, puntos de luz”, una muchachita tierna juega a las carreras en el pasillo de su casa a lomos de su preciosa y cromada silla de ruedas. Está sola. Y esta noche no podrá cenar. Por lo demás está sana. Es buena. Y se llama Julia.

Sospechamos que esa es la heroína. Tiene que serlo. Es la única persona sensata y que aún guarda un corazón limpio de purulencias. Oh, Dios (exclama uno, arrobado), pero ¿por qué está impedida? ¿Cómo logrará hacer algo si a una cabeza limpia no le acompaña un cuerpo sano? Y siguen las preguntas: ¿Quién es Julia? ¿Quién es La Mujer que escapa de la granja, y quién es Mike, just-do-it-a-sausage? ¿Qué más sorpresas habrá incubado esa nomenklatura despiadada para el futuro inmediato, cómo nos las servirá en la próxima entrega? 

Soy, eres, el mundo entero es a estas horas un saco de dudas. Solo ruego que el tiempo corra y el sol apure su camino para que llegue el lunes y este terrible relato aclare alguna de esas múltiples oscuridades que no me dejan dormir desde que me lanzara a leerlo.

En mis dedos ya no quedan uñas.

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